Artículo en la revista digital EL PAISAJE PERFECTO. En este número invitan a 4 fotógrafos de paisaje para hablar sobre abstracción: Juan Santos, Lluís Ibañez, Dori Fernández y un servidor.
EN LA TEORÍA
En el año 2011, tuvimos el privilegio de visitar Rio Tinto en compañía del gran maestro Antonio Camoyán. Aquel viaje marcó un antes y un después en mi percepción de la fotografía de naturaleza. La impactante obra «El Alma del Paisaje» de Camoyán nos inspiró a todos en esa aventura, y gracias a él, descubrimos un nuevo lenguaje: la Abstracción.
Desde entonces hasta hoy, he descubierto multitud de «paisajes invisibles» que antes permanecían ocultos a mis ojos. Esta nueva forma de interpretar y representar la realidad ha permitido que mis ojos trasciendan la mera observación y enfoquen más allá de lo evidente.
Existen diversas maneras de aproximarse al mundo de la abstracción, cada una con su propia magia: desde explorar estructuras y formas hasta adentrarse en los misteriosos territorios de lo oculto y lo subjetivo. Tenemos a nuestra disposición ciertos recursos fotográficos como los desenfoques, los movimientos de cámara, las distorsiones en el agua, las texturas o los puntos de vista cenitales, entre otros. Cada uno de ellos nos ayudarán a ocultar los detalles figurativos y a enfatizar las formas para evocar.
Este mundo de la no figuración, me abre todo un mundo de posibilidades creativas que nunca imaginé explorar. Seguro que será un viaje de descubrimiento visual y espero compartirlo con otros amantes de la fotografía.
EN LA PRÁCTICA
Primera experiencia
«Me encontraba en un secarral en el Desierto de Tabernas, donde parecía difícil obtener algo decente, pero con los años he aprendido a utilizar los lenguajes ante las adversidades, ya que la poesía también puede embellecer la fealdad. Tenía unos juncos delante, algunos tallos nuevos y otros secos y destrozados. Decidí jugar con un desenfoque extremo para eliminar por completo la identidad de la planta. Comencé utilizando la cálida luz del amanecer, pero al final me decanté por los colores fríos que se obtenían al proyectar mi sombra sobre las plantas.
La fotografía muestra una representación abstracta en la que el espectador difícilmente encontrará respuestas objetivas, pero provocaremos en él un estímulo de búsqueda y una interpretación personal».
Segunda experiencia
«Recuerdo aquel atardecer en la albufera de Valencia; fue, quizás, uno de los atardeceres más espectaculares que he vivido. Me encontraba en una barca paseando con un grupo de fotógrafos por sus aguas, cuando la luz comenzó a seducirnos. La albufera jugaba con su espejo perfecto y simétrico, mientras el vaivén de la barca creaba imperfecciones asimétricas, rompiendo las nubes, el sol y el vuelo de algunas aves; esas ondas destruían la realidad.
Quizás sea un juego de apuestas, pues de aquel tremendo atardecer me quedé solo con su reflejo imperfecto, destructivo pero bello. Aquel paisaje se redujo a un círculo, una línea y un juego de tonalidades cálidas y frías…»