Normalmente nos obsesionamos con la parte técnica de una fotografía y dejamos a un lado todas esas experiencias perceptivas que vivió el autor momentos previos a la captura. Existen imágenes donde la técnica lo es todo y otras donde la mirada es fundamental.
Me encontraba fotografiando el brote de un eucalipto en el Desierto de Tabernas cuando, al poco tiempo, vi la posibilidad de recrear otra “realidad” distinta a la que veían mis ojos. La idea surgió cuando, al girar la cámara 90 grados a la izquierda, la imagen de la pantalla me evocó el nacimiento de un nuevo ejemplar. Tras este descubrimiento decidí subexponer la toma para descontextualizar el tronco del árbol. Pero no solo me quedé ahí, sino que también me llevé la temperatura de color a los fríos, tras observar que la zona clara de tierra podía transfigurarse en agua.
A grandes rasgos, este fue el proceso creativo que seguí para obtener la imagen deseada. Como podéis observar, la mirada se torna en fundamental a la hora de conectar con otros mundos. Nuestra mente procede como un verdadero “artista” de imágenes latentes.