UN DESAFÍO A TU PERCEPCIÓN

Artículo publicado en la revista Nature Arte #9

https://davidsantiagofoto.com/nature-art-magazine/nature-art-n-ordm-9

En este número de la revista Nature Art, he decidido escribir un artículo sobre el trampantojo, una fascinante técnica pictórica que ha evolucionado a lo largo del tiempo. El término trampantojo proviene del francés «trompe-l’œil», que significa «trampa ante el ojo». En sus orígenes, se utilizaba en la pintura para engañar al espectador mediante ilusiones visuales creadas a través de la perspectiva, el sombreado y el color aplicados en el lienzo. Sin embargo, en la actualidad, esta técnica se ha extendido más allá de la pintura y ha encontrado aplicaciones en diversas disciplinas artísticas, desafiando no solo al sentido de la vista, sino también a otros órganos sensoriales.

Si nos remontamos a su origen, la historia cuenta que Parrasio y Zeuxis eran pintores que vivieron en el siglo V a.C. en la antigua Grecia. Ambos eran conocidos por su habilidad para crear obras de arte altamente realistas, aunque tenían enfoques ligeramente diferentes en su estilo y técnica. Zeuxis era famoso por su representación precisa de la naturaleza y los objetos, mientras que Parrasio destacaba por engañar a los espectadores con sus pinturas. Durante una competencia amistosa, Zeuxis presentó un cuadro de uvas tan realista que los pájaros intentaron picotearlas. Luego fue el turno de Parrasio, quien cubrió su lienzo con un velo y desafió a Zeuxis a revelar la pintura oculta. Al intentar quitar el velo, Zeuxis se dio cuenta de que el velo también era parte de la pintura de Parrasio. Este trampantojo engañó incluso a Zeuxis, demostrando la destreza y habilidad de Parrasio para crear ilusiones visuales convincentes. Esta anécdota se ha convertido en un ejemplo destacado de la habilidad e ingenio de los artistas en el arte de las ilusiones visuales.

Durante el Renacimiento y el Barroco, el trampantojo alcanzó su apogeo y fue utilizado por varios artistas destacados. Andrea Mantegna fue uno de los artistas que empleó esta técnica con maestría. En su obra «La cámara de los esposos», Mantegna creó una ilusión de una habitación abierta hacia el exterior, utilizando técnicas de perspectiva y pintura detallada para engañar al espectador y hacer que parezca que la habitación se extiende más allá de los límites de la pared. Giuseppe Arcimboldo fue otro artista que utilizó el trampantojo de una manera única y creativa. En sus pinturas, como «El frutero» y «El hortelano», Arcimboldo creó retratos humanos utilizando objetos naturales como frutas, verduras y flores. Estas obras pueden ser interpretadas de diferentes maneras dependiendo de cómo se las mire. Al girarlas 180 grados, se revelan nuevas formas y figuras, lo que añade una dimensión adicional a la experiencia visual.

En el siglo XX, especialmente durante el movimiento surrealista, el trampantojo continuó siendo una fuente de inspiración para los artistas. Utilizaron esta técnica para explorar lo onírico, por tanto, lo irracional, la fantasía y lo absurdo. Salvador Dalí, por ejemplo, creó obras surrealistas que desafiaban la lógica y la realidad, utilizando ilusiones ópticas yuxtapuestas para provocar una respuesta emocional y subconsciente en el espectador.

A lo largo de los años, el trampantojo se ha ido extendiendo a otras  disciplinas artísticas como la arquitectura, la música, la literatura, la gastronomía y la fotografía, entre otras. La intención en todas ellas sigue siendo la misma: crear un juego de engaño para los sentidos del espectador, donde el artista se convierte en un prestidigitador, convirtiendo lo falso en auténtico en un mundo repleto de magia y fantasía.

En la arquitectura, se utiliza como un recurso para crear efectos visuales en los edificios. Puede ser utilizado para simular elementos arquitectónicos, como columnas, cornisas o ventanas, que en realidad son pintados sobre la superficie del edificio. Como ejemplo me gustaría destacar la obra maestra de Romangordo, una pequeña localidad en Cáceres que forma parte de la reserva de la Biosfera de Monfragüe. Este lugar se sumerge en un gigantesco trampantojo, donde las grandes fachadas de las calles se convierten en hermosas ilusiones ópticas a través de murales y grafitis que evocan con nostalgia los modos de vida de antaño.

Con el tiempo, la música ha empleado el trampantojo para imitar el sonido de un instrumento con otro. Por ejemplo, en una orquesta, un instrumento de viento puede imitar el sonido de un pájaro o de una sirena. Esta técnica se utiliza para crear efectos dramáticos o para añadir una dimensión extra al sonido de la música.

En el ámbito de la literatura, no encontraremos referencias directas sobre el uso del trampantojo, pero los escritores tienen a su disposición diferentes recursos y técnicas literarias como la ironía, el juego de palabras o las descripciones engañosas para sorprender al lector y hacer que cuestione su percepción de la realidad dentro de la narración de la historia. Dentro del juego de palabras, existe una figura retórica que trata de engañar al espectador no con elementos visuales como lo hace el trampantojo, sino con sonidos. El calambur es un divertido recurso de la retórica que juega con la polisemia al reorganizar las sílabas de una palabra de diferentes maneras. Un ejemplo clásico de calambur es la conocida adivinanza: «oro parece, plata no es». En este caso, se separa la palabra «plátano» para despistar al oyente o lector, creando un juego de palabras divertido y engañoso. Otro a destacar es el desafío que le hicieron a Francisco de Quevedo para referirse a la reina de Austria como «coja». Con su ingenio característico, creó un calambur magistral: se acercó a la reina con un ramo de flores y le dijo: «entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja». Utilizando el verbo «escoja» para insinuar «coja», Quevedo logró jugar con el lenguaje de manera sutil y sorprendente.

En el mundo de la gastronomía, aparece como un recurso creativo para presentar los alimentos de una manera engañosa, haciendo que parezcan algo que no es. Podemos citar el ejemplo de «la servilleta» de Martín Berasategui, chef de prestigio, que engañó a Rob Cowan, esposo de la actriz Tracy-Ann Oberman, al tratar de comerse una servilleta húmeda que formaba parte de un emplatado. Esto añade un elemento sorpresa y de juego visual a la experiencia culinaria.

En la pasión que nos une, la fotografía, el trampantojo se utiliza para crear imágenes que engañan al ojo del observador. Los fotógrafos pueden utilizar técnicas de perspectiva, manipulación digital o iluminación creativa para crear imágenes que parecen algo diferente de lo que realmente son. Esto puede generar efectos visuales impactantes y estimulantes. A continuación, citaré algunos ejemplos que seguramente habrán visto o incluso realizado en algún momento de sus vidas. Uno de los ejemplos más comunes de trampantojo fotográfico es jugar con la perspectiva. Al colocar a una persona en la palma de nuestra mano o crear la ilusión de que alguien está levitando, creamos una imagen que desafía la percepción y engaña al espectador. Estas fotografías juegan con las dimensiones y la escala, creando un efecto sorprendente y divertido. Otro ejemplo clásico de trampantojo fotográfico es el retrato sosteniendo la Torre de Pisa. Al utilizar una perspectiva cuidadosamente seleccionada, el fotógrafo puede crear la ilusión de que la persona está sosteniendo la famosa torre inclinada. Este truco visual ha sido recreado en innumerables fotografías y se ha convertido en un símbolo del trampantojo fotográfico.

Con esta clara intención en mente, nace mi serie fotográfica sobre trampantojos en la cuenca hidrográfica del río Tinto. Este lugar mágico y singular se convierte en el lienzo perfecto para ofrecer al espectador un viaje ficticio a través de juegos visuales y engaños perceptuales. Inspirado por la técnica empleada por Giuseppe Arcimboldo, decidí invertir las imágenes reflejadas 180 grados, creando así una apariencia engañosa en el paisaje. Este hecho aleja al observador de interpretarlo como un reflejo y le conduce a aceptarlo como parte de la realidad.  La fusión de diferentes planos en estas imágenes, donde elementos emergen, se sumergen y se reflejan en el agua, aporta una riqueza cromática y metafórica que colma el paisaje de significado.

A través de este trabajo, busco profundizar en la idea de que la realidad no es siempre lo que parece. Los trampantojos en estas fotografías nos llevan más allá de la percepción superficial, invitándonos a explorar las múltiples dimensiones de un lugar y cuestionar nuestra propia forma de ver el mundo. El río Tinto se convierte así en un escenario mágico donde la fantasía y la realidad se entrelazan en un juego visual fascinante.

¿Estás listo para jugar?

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